Según una encuesta online realizada entre escolares alemanes por el instituto IKG de la Universidad de Bielefeld, aproximadamente la mitad de las víctimas del ciberbullying se sintieron muy molestas por la distribución de fotos humillantes. El estudio, dirigido por el Dr. Peter Sitzer y Julia Marth buscaba describir los diversos aspectos del ciberbullying en Alemania.
Uno de sus hallazgos ha sido determinar que algunas formas de ciberbullying producen en la víctima peores consecuencias que otras, como es el caso de las fotos y vídeos distribuidos por los ciberabusones para ridiculizar o humillar a la víctima. Los autores del estudio explican que esta forma del ciberbullying es especialmente difícil de controlar porque las imágenes digitales pueden ser reproducidas y distribuidas un número ilimitado de veces y así llegar a un público también potencialmente ilimitado. Otros tipos de ciberabuso como el tratamiento insultante, despreciativo o amenazante sólo fue percibido como muy molesto por un cuarto de los estudiantes entrevistados; según los autores la explicación estaría en que este abuso es más directo, se dirige únicamente a la víctima, y los testigos suelen ser menos. Otra posible explicación que apuntan es que los adolescentes ya lo asumen como algo normal y cotidiano entre sus pares.
Por otro lado el estudio revela que las escolares alemanas sufren también un tipo de ciberacoso sexual por el cual, contra su deseo, son requeridas insistentemente para hablar online sobre sexo, comúnmente por gente que conocen poco o nada.
Los estudiantes también reconocen en la encuesta que la forma más común en la que ciberagreden a otros es mediante insultos, ridiculización o amenazas. La difamación y el ciberacoso con connotaciones sexuales también son frecuentes. El ser excluido de grupos es raramente mencionado por las víctimas, aunque curiosamente sí por parte de los abusones: es decir, hay muchos intentos de exclusión fallidos, que no llegan a herir a la pretendida víctima porque simplemente no los percibe. En este sentido también revela el estudio que hay más escolares que dicen haber reenviado fotos y vídeos de otros que los que saben que dichas imágenes humillantes de ellos están circulando.
Los autores del estudio remarcan la gravedad del problema del ciberbullying y la necesidad de la prevención. Según recomiendan, es tarea de los padres y educadores enseñar a los menores a comportarse de una manera socialmente responsable con los demás. También aconsejan tomar medidas firmes cuando se producen estos casos: según muestra la encuesta más de la mitad de los abusones reconocieron que sus ataques no les habían supuesto ninguna consecuencia negativa para ellos.
Sextorsión es un término acuñado para designar un delito cada vez más común consistente en la realización de un chantaje bajo la amenaza de publicar o enviar imágenes en las que la víctima muestra en actitud erótica, pornográfica o manteniendo relaciones sexuales. En definitiva, sin matizar ente chantaje o extorsión, son imágenes íntimas que el delincuente amenaza con hacer llegar a inoportunas manos, poner en circulación a través de terminales móviles o subir a la Red.
Por obvio que parezca, dos son las únicas condiciones necesarias: que exista ese tipo de material sensible y que éste llegue a manos inoportunas.
¿Qué papel juega Internet?
Se trata de una práctica en la que Internet tiene un papel fundamental. Por desgracia, la Red juega ahora en contra de la víctima. Por un lado, facilita el anonimato del delincuente quien además puede buscar víctimas en cualquier lugar del mundo. Por otro, magnifica los efectos de su amenaza. Con independencia de que el extorsionador pueda ser detenido antes o después de conseguir su objetivo, la víctima se enfrenta a un duro reto: asumir que con un clic de ratón el chantajista podría hacer un daño irreparable a su vida. Y es que las imágenes, por su naturaleza digital, son sencillas de guardar, replicar y distribuir. Son, fuera del control propio, indestructibles y, en el entorno de Internet, ilocalizables.
El teléfono móvil como protagonista.
En demasiadas ocasiones, y cada vez con mayor frecuencia, el teléfono móvil está involucrado en este tipo de casos, más allá de actuar como cámara de grabación, transmisor o eslabón en la difusión de las secuencias.
Cuando un móvil es sustraído o extraviado, o cuando sufre un ataque o un acceso no autorizado, puede haber un riesgo de sextorsión cuando sus propietarios:
Lo usan como almacén de secuencias privadas, sin las debidas cautelas.
Es usado para acceder a la Red, con la preconfiguración establecida de los accesos y sus claves a las redes sociales y otros lugares donde se guardan imágenes delicadas.
La creación de imágenes comprometedoras, primera condición necesaria.
La generación de este tipo de fotografías o vídeos tiene dos posibles orígenes:
1. El voluntario y consciente, donde el protagonista consiente, participa y genera estas secuencias. En este caso hay tres prácticas habituales:
Sexting: son comunes las imágenes generadas por el propio protagonista para un flirteo o en el seno de una relación para ser enviadas al pretendiente o la pareja usando el teléfono móvil.
Exhibiciones voluntarias subidas de tono usando a través de la webcam que son grabadas por el receptor.
Grabación de prácticas sexuales, en el contexto de una relación de pareja o en un marco grupal privado.
2. El involuntario, cuando terceras personas de manera furtiva capturan esas imágenes, sin conocimiento o consentimiento de quien las protagoniza. Se pueden citar algunos ejemplos como:
Grabación en lugares de acceso público (un encuentro sexual nocturno en la playa, una fiesta en una discoteca donde se celebran concursos atrevidos al límite…).
Toma de imágenes en un marco privado por parte de la pareja, una broma pesada de unos amigos…
La posesión de las imágenes por el delincuente, segunda condición necesaria.
El extorsionador puede tener acceso a las imágenes por vías muy diversas:
Directamente de la víctima, quien las produce y entrega de manera consciente.
Indirectamente por otras personas o en sitios de la Red, sin que la víctima esté al corriente de ello.
Realizando una grabación directa, no siendo la víctima consciente.
Mediante el robo de las mismas a la propia víctima o a otra persona.
Seguridad en Internet y en el terminal móvil, claves contra la sextorsión.
El mejor consejo para no ser víctima de sextorsión es no protagonizar una secuencia o imagen. Sin embargo, incluso esto puede escapar a nuestra voluntad si, por ejemplo, activan la webcam de nuestro dormitorio y nos graban cambiándonos de ropa.
Es por ello que debemos proteger nuestra privacidad e intimidad, y la de las personas con las que nos relacionamos, mediante la toma de medidas activas y pasivas de seguridad en nuestro ordenador y terminal móvil. De esta manera podremos evitar que contra nuestro consentimiento se produzca alguna de las dos condiciones necesarias, bien que la imagen sea tomada o bien que la imagen llegue a manos criminales.
Basta ilustrar dos ejemplos que denunciaron sus víctimas en las comisarías y que podían haberse evitado con unas adecuadas prácticas de seguridad:
Unos adolescentes que consiguieron imágenes íntimas de sus compañeras de clase activando de manera remota la webcam de sus dormitorios usando software malicioso contagiado por el Messenger.
Una joven de cuyo móvil le fue sustraído el contenido, incluyendo vídeos comprometidos, vía bluetooth cuando dormía en un tren de largo recorrido.
Niños, niñas y adolescentes como víctimas.
Los menores en demasiadas ocasiones están involucrados en situaciones de sextorsión. Muchas veces, en el marco de un caso de grooming donde el adulto acosador sexual, una vez obtenida la primera imagen sensible, pretende que el menor acceda a sus peticiones. En otras ocasiones, los adolescentes son protagonistas de prácticas de sexting que acaban saliéndose del guión previsto. Por suerte, en España existe una labor de prevención y educación en este sentido muy importante, llevada a cabo tanto por las administraciones como por el sector social. No obstante, es preciso seguir incidiendo para evitar este tipo de problemas cada vez más comunes y de consecuencias tan graves.
La producción de imágenes con contenido sexual y su distribución a través del teléfono móvil, denominado sexting, es el nuevo delito relacionado con las nuevas tecnologías que se está registrando en España. Aunque en el país es «relativamente nuevo», tal y como aseguró ayer el especialista Jorge Flores, este fenómeno ya genera problemas en otros lugares como Estados Unidos, Reino Unido o Chile, y tiene dos protagonistas principales: el teléfono móvil y los adolescentes. En concreto, se produce cuando los adolescentes generan una imagen con contenido sexual, como por ejemplo un desnudo, y después la difunden a través del móvil.
Con estas conductas, Flores alertó de que incurren en varios delitos, pues además de generar pornografía infantil, la distribuyen, lo que puede afectar a la intimidad del menor. Ésta es una de las cuestiones que se abordaron ayer en la jornada sobre Violencia entre iguales por medio de las nuevas tecnologías, en la que Flores también abordó el acoso a través de las nuevas tecnologías entre menores, que además se produce de manera repetitiva y con intencionalidad por parte del agresor, que está en una posición de fuerza, y el grooming.
Esta conducta es una variante del acoso sexual y consiste en una estrategia de acercamiento que usan los adultos para ganarse la confianza de los menores y, en un momento determinado, dan un vuelco a su forma de actuar y pasan a una estrategia de chantajes y amenazas para conseguir concesiones de índole sexual.
El agente de la Guardia Civil especialista en delitos tecnológicos de la Policía Judicial Juan Carlos López reconoció que las denuncias presentadas ante los Cuerpos de Seguridad del Estado por estos delitos «nos están desbordando», y aconsejó que, para evitar un mal uso de las nuevas tecnologías, los padres acompañen a sus hijos en el manejo de internet.
López recordó, en este sentido, que la edad penal en España está fijada en 14 años, de forma que lo que hagan los menores hasta que alcancen esa edad es responsabilidad de los padres.
La jornada, organizada por la Delegación de Justicia y Administración Pública de la Junta en Córdoba, está dirigida a profesionales, trabajadores sociales, educadores y asociaciones de padres y madres de alumnos, pues su participación es «imprescindible» para proteger al adolescente y favorecer la convivencia, según afirmó la delegada de Justicia, Mercedes Mayo.
El encuentro, además, tiene como objetivos la sensibilización sobre el tipo de hostigamiento e infracciones que se producen a través internet entre iguales y el modo de actuar de los ciberabusones.